
Hace no mucho, en un pequeño piso de la calle Monte Esquinza de Madrid, había una empresa dedicada a hacer producciones para los niños. La empresa se llamaba
Zinkia. Aquella mañana llegó
David, uno de los socios, diciendo que tenía una idea. Se le había ocurrido la noche anterior, mientras rezaba con su hija en la cama. Aún pronunciaba con dificultad, así que le oyó decir "Jesusito de mi vida, eres niño
poco yo". Y se quedó con la copla.
Después de mucho trabajo en el diseño del personaje, en sus amigos, en sus personalidades y en el elemento diferencial de sus narraciones, los socios visitaron TVE para ofrecerles los derechos de emisión, pero TVE no quiso saber nada del tema.
Un tanto desanimados, acudieron al Festival de Cannes con su personaje
Pocoyó debajo del brazo. Allí les presentaron a un responsable de programación de una importante cadena de TV británica, y lo demás ya es Historia.
Pocoyó se ha extendido por todo el planeta como una epidemia, está presente en más de 100 países y lo ven a diario 3,5 millones de niños. Además de ganar varios de los más prestigiosos premios de animación de TV, la empresa ha vendido multitud de objetos de la marca
Pocoyó y ha derivado su negocio hacia el desarrollo de otras marcas, videojuegos y entretenimiento en un sentido amplio.
Jose María Castillejo dice que para seguir creciendo es importante diversificar sus productos y seguir innovando. Cuando les preguntas por la crisis, te responden con estas sencillas palabras: "Nadie escatima en hacer feliz a un niño".
Y tienen razón.