La creatividad no es solo un eslogan que resulte más o menos convincente cuando se asocia a determinada cultura de empresa. La creatividad, para una minoría de la que Adriá es claro exponente, es un compromiso.
En lo alto de la cresta de la ola decide cerrar su restaurante (el mejor del mundo) durante dos años para para dar un tiempo "de reflexión". Su reapertura será en 2014, pero bajo un nuevo formato que "priorizará la investigación por encima de la producción" y que, según avanzó el propio cocinero, no planteará dos temporadas iguales.
Admirable coherencia.
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