La semana pasada estuve impartiendo un módulo de RR.HH online en el PDP de predirectivas de empresas tecnológicas de la EOI. Uno de los debates interesantes que se suscitaron durante uno de los foros abiertos fue la necesidad de que las evaluaciones de desempeño en las empresas se ajustaran a criterios objetivos y a modelos fiables, como el feedback 360º. En estos casos la persona evaluada recibe información sobre su gestión (o competencias del puesto) por parte de sus superiores, colaterales, subordinados y de sí mismo. Para que la evaluación ganara en solidez es importante que los evaluadores recibieran un entrenamiento adecuado sobre la necesidad de juzgar comportamientos y no personas y que las personas evaluadas fueran atendidas en un tiempo y lugar reservados para ello por sus superiores, quienes a su vez debieran utilizar estas sesiones para identificar el potencial de las personas de su equipo y reducir aquellos aspectos más débiles de su desempeño.
Hasta aquí, todo correcto. Sin embargo desde hace un tiempo estoy recogiendo información que me llega por distintas vías en las que se pone en entredicho la necesidad de la evaluación. Ellen Langer, profesora de psicología de la Universidad de Harvard dice en su libro La creatividad consciente: “Sólo con que pudiéramos aprender a pensar de manera plenamente consciente en cómo opera en nosotros la evaluación, dejaríamos de ser sus rehenes. Cuando evaluamos, confundimos la estabilidad de nuestros esquemas mentales con la supuesta estabilidad de los fenómenos a que se refieren. Pensamos que el mundo es estable, cuando en realidad siempre está cambiando. Son nuestros esquemas los que no cambian, y nuestras evaluaciones están siempre basadas en el pasado. Esto es un automatismo, por supuesto. Evaluamos la información y la arrinconamos en nuestra mente, y luego no está disponible para que la podamos utilizar más tarde, cuando algo como nosotros, o el contexto en el que nos encontramos, cambia.”
Ante esta reflexión yo me pregunto ¿no es verdad que muchas veces evaluamos a las personas (no lo comportamientos) de una manera fija y no nos damos oportunidad de detectar nuevos comportamientos que nos indiquen que esa persona ha cambiado? O mejor dicho ¿Qué la persona está siempre en constante cambio?
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