viernes, 26 de febrero de 2010

Jesús López Cobos (II)


Siguiendo con la entrevista que mencionamos en el anterior artículo, hoy nos queríamos centrar en las posibilidades de aplicar la experiencia de Jesús López Cobos a cualquier área de gestión de una empresa.

Una de las cuestiones que más nos ha llamado la atención es su concepción de la preparación y desarrollo profesional. Para él hasta los 50 años estás "a por uvas" y es con 60 y 70 años cuando puedes dar lo mejor de ti mismo, cuando de verdad tienes experiencia. Esto choca con la mentalidad de la prejubilación, por poner sólo un ejemplo. La actitud de estar en constante proceso formativo es una cuestión clave en el desarrollo de cualquier profesional.

Pero sin duda lo que ofrece mayores posibilidades de inspiración es todo lo relativo a su experiencia como gestor de personas. Un director de orquesta debe ejercer un liderazgo evidente para que todo aquello funcione, pero se enfrenta a la dificultad de que los músicos tienen un perfil complicadillo. Hoy en día un músico de orquesta tiene una formación muy completa, la mayoría de ellos tocan varios instrumentos y lo hacen de forma magistral, de modo que imponerse no resulta fácil. Jesús López Cobos afirma que un buen director debe asumir que las obras maestras no sólo tienen un modo de ser interpretadas, lo que exige cierto grado de flexibilidad.

En cualquier caso el modelo dictatorial de mando ha sido ya totalmente superado. Ya no se admitiría a un director tirano, estilo Toscanini, sino que se intenta sacar del músico lo mejor que lleve dentro. No debe sentir que le estás imponiendo nada sino que debe percibir tu estilo "como una invitación, una sugerencia, una oportunidad de aprendizaje. De esta manera se puede liberar todo su talento sin que se sienta mandado o manipulado".

Mide el valor de una orquesta por su flexibilidad: "cuanto mejor es una orquesta, más flexible. Lo peor es llegar a una orquesta mediocre que ya tiene montada una obra de una manera determinada. Es dificilísimo de cambiar, no hay modo". A continuación sigue diciendo: "No hay cosa mejor para nosotros que cuando llega uno y dice: "Esto lo hago por primera vez". Yo pienso, "oh, qué maravilla", qué suerte, me va a costar muchísimo menos podérselo explicar, proponerle cambios". Y finaliza con lo siguiente: "Esta actitud es maravillosa, a partir de ahí se inicia un diálogo entre los dos en el que sólo podemos ganar".

Jesús López Cobos insiste de forma machacona en la necesidad de no caer en la rutina, de no pensar que hay algo que ya hacemos bien y que lo tenemos que repetir, porque dice que "nada en la vida es igual".

Otra de las cuestiones que nos ha resultado verdaderamente interesante es su modo de entender la relación personal con los miembros de la orquesta. Dice que cuando un director tiene la plaza en titularidad no puede permitirse ciertos lujos. Hay que conocer a quién puedes exigir y con quién debes ceder, siendo justo con todos. Pero no puedes hacer camarillas ni tampoco juntarte con los simpáticos ... considera que "hay que tener trato con todos e intimidad con ninguno". Recuerda un poco el planteamiento de relación personal entre un entrenador de fútbol y sus jugadores.

También es interesante su forma de enfrentarse a los músicos que han bajado la guardia. Reconoce dejarse guiar por los estatutos de cada institución pero parece asumir su responsabilidad de apartar al músico del grupo después de haberle dado la oportunidad de mejorar, proponiéndole superar sus problemas incluso en presencia de un testigo. En todo caso reconoce que esta es la parte más dura de su trabajo.

Por último nos gustaría mencionar que durante toda la entrevista Jesús López Cobos se muestra muy escéptico hacia el modelo de gestión cultural en las instituciones públicas de nuestro país en donde la política está tan presente. El hecho de que las diferentes administraciones públicas sean las titulares de las grandes marcas culturales les obliga a estar permanentemente en guardia o peor aún, hundiéndose en arenas movedizas. Comenta el exceso de reuniones poco planificadas a las que ha tenido que acudir lamentando que las decisiones corran a cargo de aficionados, dejando a los profesionales al margen. No se pueden desarrollar carreras duraderas como en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos. La excesiva politización ha convertido a las grandes instituciones culturales de nuestro país en un vehículo de poder absurdo para hundirse en el magma de la mediocridad. No son estas sus palabras, pero por ahí va la cosa.

Gracias de nuevo a los profesores de la prestigiosa escuela de negocios IESE por su trabajo y por acercarnos a la experiencia y enseñanzas de este gran artista.

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