La gente cree que la mayor dificultad que tuvo que afrontar Mandela consistió en convencer al gobierno de Willem de Klerk que la población negra no supondría ninguna amenaza para los blancos de Sudáfrica. Después de 27 años en prisión existían motivos para pensar que Mandela estaría resentido y cargaría con toda su furia sobre los autores del Apartheid.
Sin embargo no fue exactamente así. La voluntad del gobierno de Willem de Klerk era claramente aperturista, el inicio de la década de los 90 serviría sin ninguna duda para hacer la transición, no sabían cómo, pero su convicción frente al cambio era total. La puesta en libertad de Mandela, tras una larga sucesión de contactos, significó un paso de gigante en esta dirección.
El mayor desafío que tenía Mandela no era llegar a acuerdos con el Partido Nacional de los bóer, esto era algo que formaba parte de lo previsible. El mayor desafío de Mandela era evitar una guerra civil: sentarse a hablar con los Afrikaners radicales y demostrarles que tenían algún punto de encuentro.
Después de años de negociación en la cárcel Mandela es liberado en el año 1990. No sería hasta 3 años después cuando tendría la oportunidad de enfrentarse al encuentro decisivo, ese que le permitiría evitar una guerra fraticida. Constand Viljoen, el general que lideraba las fuerzas radicales que defendían el Apartheid, aceptó sentarse con Mandela el 12 de agosto de 1993. Su actitud fue la de un completo escepticismo, pero no quería pasar a la Historia como el único que no aceptó una petición de diálogo de Nelson Mandela.
Esas dos personas, Mandela y Viljoen, tenían en sus manos el futuro de muchas vidas. Mandela le ofreció una taza de té a Viljoen y se la sirvió él mismo. "¿Quiere leche general?". Mandela era un hombre que desde el primer minuto te hacía sentir bien.
Después de mucho tiempo en el que Mandela, haciendo uso del idioma afrikaner, habló a Viljoen de las similitudes entre la Historia de ambos pueblos, Viljoen le interrumpió advirtiéndole que el proceso de negociación para las elecciones democráticas podía ser interrumpido. Dicho esto, Mandela guardó un largo silencio y le respondió con las siguientes palabras:
"Mire, general, sé que las fuerzas militares que puede reunir usted son poderosas, bien armadas y bien entrenadas; y que son mucho más potentes que las mías. Militarmente, no podemos luchar contra ustedes; no podemos ganar. Sin embargo, si va usted a la guerra, le aseguro que tampoco ganará, no vencerá a largo plazo. Primero, porque la comunidad internacional estará por completo de nuestro lado. Y segundo, porque somos demasiados y no pueden matarnos a todos. Así que, dígame, ¿qué tipo de vida va a tener su gente en este país? Mi gente se irá al campo, las presiones internacionales sobre ustedes serán enormes y este país se convertirá en un infierno para todos nosotros. ¿Es eso lo que desea? No, general, si entramos en una guerra no puede haber vencedores".
"Es verdad - replicó el general Viljoen -. No puede haber vencedores".
Este fue el punto de arranque, el lugar de encuentro de dos posturas radicalmente enfrentadas. Descubrir este elemento forma parte de una de las mayores manifestaciones de la creatividad humana.
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