lunes, 22 de noviembre de 2010

Avon



En 1886 David McConnel tuvo una ocurrencia disparatada: vender sus perfumes sin contar con las tiendas. Para ello contrató a la Srta. Albee y le propuso ir de puerta en puerta intentando vender directamente a las mujeres. O sea, la historia más antigua del mundo: algo que al principio sonaba a chiste se convirtió de repente en una idea brillante ...

Si tuviéramos que decir algo diríamos que la mejor innovación es esa que, al producirse, hace que la gente exclame: "¿cómo no se me habrá ocurrido a mí? ¡si estaba clarísimo!"

Pues estaba yo hablando con una compañera de Ilustrarte cuando de repente caímos en la cuenta que la situación ha cambiado un montón en todos estos años. Esas 250.000 vendedoras de Avon que llamaban a tu casa con una sonrisa espléndida se han encontrado de repente con un par de circunstancias adversas:

1. Las mujeres ya no trabajan en casa porque están en la oficina un montón de horas.

2. Casi nadie abre la puerta a una desconocida. Ni siquiera si luce la sonrisa de Reese Witherspoon.

Nos parece un buen reto para la empresa Avon puesto que el entorno ha cambiado incluso para captar a las propias vendedoras (¿conocéis alguna que tenga menos de 40 años?). Ahora se trata de tener ideas para poder mantener un negocio que se cimentaba en realidades superadas. Tener una idea que, cuando se lleve a la práctica, la gente diga "¿cómo no se me habrá ocurrido a mí? ¡si estaba clarísimo!"

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